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Sabes que llevas demasiado tiempo en Reino Unido cuando…

  • Asumes que cuando te vas a lavar las manos tienes dos opciones: hervírtelas con agua caliente a casi 90 grados o convertirlas en dos cubitos de hielo.

  • Sabes el significado de CCTV, Council Tax, ID y NINO.

  • No consideras nada extraordinario que en el mismo sitio puedas comprarte un sándwich de cangrejo, tabaco, cerveza, una chocolatina y un paquete de paracetamol.

  • Te parece increíble (y hasta te molesta) que un día al año (el día de Navidad) no haya nada abierto aunque sea por unas horas.

  • Entras en un baño, y para encender la luz o ducharte no buscas un interruptor o un grifo, simplemente tiras de una cuerda. De hecho, ya no te hace gracia que todo en un baño pueda funcionar tirando de una cadena a excepción de la cisterna del inodoro, que lo hace con una palanca.


  • Dices “sorry” constantemente, incluso cuando te pisan en un concierto, te empujan en el autobús o te quemas tú mismo con el horno.

  • Cuando a las 11.30 ya estás pensado en el “lunch”.

  • En el último mes no has comido cocido madrileño, fabada asturiana, paella o caracoles. Sin embargo, en la última semana puedes haber comido un bocadillo de pollo con nueces y uvas, un sándwich de gambas con mayonesa o un wrap de pato con salsa de soja.Willy Barton / Shutterstock.com

  • No concibes que una casa no pueda tener moqueta en al menos una de sus habitaciones.

  • Vuelves a España y cuando conoces una chica en lugar de darle dos besos le ofreces la mano.

  • Tienes como mínimo 3 paraguas.

  • Te resignas y das por hecho que en un baño JAMÁS encontrarás un enchufe.

  • Ves a grupos de gente disfrazada (especialmente, de superhéroes) cada vez que sales de noche.

  • El té empieza a ser una bebida normal para ti, y no una especie de brebaje que te tomas sólo cuando te duele el estómago.


  • Y descubres que hay diferentes tipos, como el Earl Grey.

  • Regañas a tu gato en inglés.

  • El tiempo pasa a ser un tema de conversación recurrente.

  • En un día de sol te has tumbado en un parque o cualquier otra zona verde.

  • No abres el paraguas con las primeras gotas de lluvia.

  • Pagas un café con tarjeta de crédito.

  • Ya no echas de menos las persianas.

  • Dejas de parecer un loco mirando hacia todos los lados varias veces antes de cruzar la calle.

  • Te cuesta encontrar la traducción al español de palabras como “apply”, “display” o “stock”.

  • Después de volver de Reino Unido, en invierno ya no necesitas 2 camisetas térmicas.

  • Vuelves a España y no entiendes por qué te miran raro cuando le preguntas al camarero si “puedes tener una cerveza”.

  • Has dejado atrás esa fase en la que tus frases empezaban con “to be honest” y terminaban con “you know?”.

  • No te ruborizas si en el supermercado alguien te llama “my dear”, “honey”, “love” o “darling”.

  • Has dormido en alguna ocasión en un colchón que tenía no menos de 30 años.

  • Saludas diciendo “morning”, “hi” o algo que suena como “jaiay”.

  • Puede salir de marcha y volverte a casa antes de la medianoche. No quieres perder el último tren o bus, algo muy común en Reino Unido.

  • Pagando con tarjeta puedes llegar a decir “thank you” al dependiente hasta 7 veces.


  • Has visto en un pub a una mujer mayor bailando. Y esta iba acompañada de su hija y la que parecía ser su nieta.

  • Sabes alguna palabra en polaco (kurva!).

  • Consideras que unas Navidades sin pavo no son Navidades de verdad.

  • Te indigna que cerca de tu casa no haya al menos un off-licence. Echarás de menos comprar una chocolatina a las 3 de la mañana.

  • Usando el transporte público en Reino Unido has visto a mujeres maquillándose, arreglándose el pelo e incluso haciéndose la manicura.

  • Entiendes acentos como el “cockney”, “mancunian” o “geordie”.

  • Cuando “yes” pasa a ser “aye” o “yeah”, y “no” es “nae”.


Artículo original de El Ibérico.

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